Esta es una historia real del daño psicológicamente que puede causar el bullying.
CIUDAD DE MÉXICO, 28 de febrero.- Ha pasado casi un mes desde que Óscar, de 13 años, ingresó al Centro Médico Siglo XXI. Apenas el miércoles de la semana pasada salió de la sala de cuidados intensivos y fue trasladado a una cama en el área de Pediatría.
El 31 de enero el estudiante de primero de secundaria tomó una decisión crucial: ingirió líquido para destapar cañerías, con el único propósito de enfermarse y así no asistir a la Secundaria Técnica 72 Manuel María Contreras, en la que era acosado por una de sus profesoras y también por sus compañeros.
Después de que ya pasó lo más grave, Óscar, quien se recupera en la cama 571, entra en pánico cada vez que alguien menciona su escuela. No puede hablar, tiene una sonda que atraviesa su tráquea y no probará ningún alimento al menos por un año.
Algunos de los médicos que lo atienden advierten la posibilidad de que nunca más pueda volver a comer normalmente. Además, el retorno del habla depende de la intervención de emergencia que se le practicó para salvarle la vida y de que no se hayan dañado sus cuerdas vocales.
El día en que todo comenzó
La historia empezó cuando la familia de Óscar consiguió cambiarlo del turno vespertino al matutino en la secundaria ubicada en la calle Parcela, colonia Lomas de San Bernabé, delegación Magdalena Contreras.
Desde el principio la profesora de español Norma Gómez Botello comenzó a acosar al niño.
“El niño padece de incontinencia urinaria debido a un accidente que tuvo en un testículo, el cual estuvo a punto de perder, y no puede aguantar las ganas de ir al baño; su maestra de español no le daba permiso de ir al baño”, explica su abuelo Mauricio.
Pero no era todo. La profesora se negaba a calificarle sus trabajos y en una ocasión Óscar acudió con una asesora escolar, quien habló con la maestra, pero ese hecho sólo empeoró la actitud de la docente hacia su estudiante.
“El problema es que él no quería fallarle a su mamá porque ella es mamá soltera y mi niño andaba con una depresión que se agarraba sus manitas y se las frotaba”, detalló su abuelo en entrevista para Excélsior.
“Un día la maestra no lo dejó ir al baño y le ganó la pipí en sus pantalones y todos sus compañeros se burlaron de él”, agregó don Mauricio, taxista y principal sostén de su familia.
A partir de ese día Óscar no sólo tenía que lidiar con los malos tratos de su profesora de Español, Norma Gómez, sino con el acoso de sus compañeros, por lo que se convirtió en un niño inseguro y no contaba con amigos.
La situación empeoró drásticamente. A Óscar le daban crisis nerviosas en clases, que derivaban en diarreas severas y vómitos incontrolables, por lo que sus salidas al baño eran cada vez más frecuentes. Telefoneaba a su casa para que fueran por él, lo que también provocaba la mofa de sus compañeros de clase y la represión de su profesora.
Un día de enero sus nervios lo vencieron y comenzó a revolvérsele el estómago. Pidió permiso a su maestra para ir al baño, pero le fue negado. Momentos después vomitó dentro del salón. No obstante, Óscar no fue enviado a la enfermería, sino que la profesora lo obligó a limpiar su vómito ante las burlas de sus compañeros.
Óscar ya no quería regresar al colegio. Un profesor de nombre Mauricio se percató de su situación y le consiguió un permiso de 15 días para que faltara a clases y fuera llevado a terapia. La situación no mejoró. La sicóloga Helena le decía que era un niño chantajista y tonto.
El punto de no retorno
Pasaron los días. El lunes 31 de enero se terminó el permiso y Óscar debía regresar a la escuela el 1 de febrero. La tarde del lunes su abuela Sara y su mamá Norma hablaron con el niño. Eran las 19:00 horas y lo alentaron a regresar a clases en un intento por darle valor.
Luego de hablar con él le pidieron que se bañara para luego cenar y prepararse para el día siguiente. Óscar hizo caso y entró en la regadera.
Pasaron dos minutos cuando el niño comenzó a vomitar sangre. Su madre, quien es recamarista en un hotel de la avenida Cuauhtémoc, se percató de la situación y auxilió a su hijo; después llegaron sus abuelos.
Todos tranquilizaron al muchacho, pues pensaron que era otra de sus crisis nerviosas derivadas por la presión de regresar al colegio. “Le dije que se metiera a bañar y me dijo: ‘abuelito, ven’”, narra don Mauricio.
“¿Qué quieres, hijo?, le contesté. ‘Ven tú solo’, me pidió, y cuando me acerqué me dijo: ‘Tomé un líquido destapacaños”, detalla su abuelo llorando.
Inmediatamente vistieron al niño y lo trasladaron a la Clínica 140 del IMSS, de ahí lo canalizaron a la Clínica 8 y, al percatarse que la situación era muy grave, fueron enviados al Centro Médico Siglo XXI.
Óscar permaneció en estado grave dos semanas, fue sometido a varios lavados y una cirugía. Hoy no puede hablar, ni siquiera puede tragar su saliva, por lo que tiene que escupir constantemente y las enfermeras aspiran sus flemas en un difícil proceso que se prolonga por espacio de 20 minutos, varias veces al día. Está tan débil que ponerse de pie le resulta muy complicado.
Los nervios no desaparecen
Durante su estancia en el hospital la familia notó que, cuando era mencionada su escuela, Óscar entraba en pánico, por lo que pidieron a la jefa de Trabajo Social que no dejara pasar a ningún profesor o autoridad de la Secundaria Técnica 72.
Sin embargo, argumentó que no podían impedir el acceso de los profesores y dejaron entrar al subdirector de la escuela, de nombre Raúl. Al verlo, Óscar tuvo un acceso de tos que casi provoca su ahogamiento, por lo que las enfermeras retiraron al profesor.
La familia decidió interponer una denuncia de tipo penal. Explicaron que una conocida escribió la denuncia dirigida a Jorge Mauricio Ferman Quirarte, Fiscal Central de Investigación para la Atención de Niñas, Niños y Adolescentes de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF).
Norma, la madre de Óscar, acudió a las instalaciones de la dependencia, en la colonia Doctores, para tratar de entregar el documento en las oficinas del funcionario, ubicadas en el segundo piso del llamado búnker.
La misión fue frustrada por los funcionarios que están en la entrada del edificio: negaron el acceso a Norma y le indicaron que primero debía de hacer un escrito dirigido al Fiscal para que éste pudiera atenderla.
Red de protección
El 15 de febrero Ferman Quirarte, junto con el procurador del DF, Miguel Ángel Mancera, y el secretario de Educación capitalino, Mario Delgado, firmaron un convenio para la creación de una red de prevención del delito, enfocada a establecer bases sólidas y mecanismos institucionales de apoyo para conocer, sensibilizar, capacitar y combatir el fenómeno del hostigamiento escolar.
El convenio instruye que, a través de la Fiscalía Central de Investigación para la Atención de Niños, Niñas y Adolescentes de la PGJDF, se brinde asesoría a profesores, padres y madres de familia y a estudiantes víctimas o victimarios de este fenómeno, para fortalecer el tema de la prevención.
El abuelo de Óscar explicó que el profesor que consiguió el permiso para que su nieto recibiera apoyo sicológico redactó un documento firmado por las autoridades escolares y la familia, con el fin de dejar un antecedente. Él acudió a la escuela para solicitarlo, pero cuando el profesor iba a entregárselo fue llamado por el director del plantel, José de la Cruz Patiño, quien le llamó la atención y le ordenó no entregar el documento.
Como si nada
La profesora Norma Gómez continúa dando clases en la secundaria 72. El director y subdirector del plantel siguen en sus puestos y Óscar sigue postrado en la cama 571 del Centro Médico en espera de su recuperación. Su futuro, no hace falta ser psicólogo, es absolutamente incierto.
El niño tiene un cuaderno donde escribe lo que piensa. “La garganta me duele, aunque no me aspiren”. Cuando se menciona a su abuelo Mauricio toma la pluma y escribe: “Es mi papá”.
“¿Qué te gustaría comer cuando te deje el doctor? ¿Tacos, hamburgesas?”. Asiente a la segunda opción. “¿De McDonald’s o Burger King?”. Se le iluminan los ojos cuando escucha Burger King. Su única diversión es un televisor portátil con DVD, donde ve con indiferencia Kung Fu Panda.
En diciembre pasado, otro niño de la misma secundaria fue víctima de bullying por parte de un compañero. Tampoco quería regresar al colegio, pero su madre habló con el padre del agresor, quien decidió sacar a su hijo de la escuela. En ese caso los directivos metieron las manos.
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